Hoy he recibido en mi correo electrónico, la digitalización de un artículo de opinión, que bajo el título de “Repartir canarios” ha firmado un tal Javier Calvo. Dicho artículo puede leerse en muchas páginas de internet, pero no ya en el diario ADN donde fue publicado. Las siguientes líneas se corresponden con un comentario hecho por quien publica en este blog en la página digital del citado diario (http://www.adn.es/impresa/lavida/20060912/NWS-0045-Critica-columna.html), y que dejo aquí colgadas, entre otras cosas, porque no fueron publicadas en su totalidad.
Son muchas las cosas que me vienen a la cabeza sobre este asunto y que con un poco de tiempo, -del que lamentablemente no dispongo-, trataré en otra ocasión.
“Ante todo, he de manifestar mi repulsa más enérgica ante el artículo de este personaje. He podido constatar que se trata una opinión de hace unos años, pero no ha sido hasta ahora cuando he sabido de su existencia. Ha sido razonable la decisión de ADN de retirar el mismo, aunque no puedo llegar a entender cómo puede colarse algo así en las páginas del diario. Me pregunto, igualmente, si el autor de las mismas sigue siendo columnista de payasadas o por el contrario está retirado en algún bunker abandonado buscando soluciones al problema de la inmortalidad del cangrejo.
Me parece lamentable que pueda tratarse esta tragedia humana de la forma que lo ha hecho este individuo. Aparte de que demuestra el Sr. (¿?) Calvo que, en este tema, es un completo ignorante (y lo peor es que ha involucrado a su mujer), ha puesto de manifiesto su falta de decencia tanto personal como profesional.
Nací en la isla picuda, pero por mis venas corre sangre peninsular, por lo que sus palabras me hieren doblemente. Sus letras lo que hacen es afianzar aún más si cabe mi y nuestra condición canaria, -tricolor con siete estrellas verdes-, que además de planchar y cocinar, sabe acoger con cariño a quienes se adentran en nuestro terruño, cosa de lo que escasean otros, -y no me hagan hablar-, y que, además, ha aprendido a no dejarse engañar por la verborrea y aires de superioridad de algunos, -como hace cinco siglos-.
Para mayor información de este “rebenque” (término canario para llamar a las personas toscas y tontas), en Canarias hacemos una perfecta distinción entre “peninsular, godo y godo gediondo”, y él no tiene casta suficiente para situarse en ninguna de las dos primeras.
De aquí no nos moverán, -como “Chanquete”-. Preferimos el cobijo de un buen plantón de “plátanos de canarias” que un mullido colchón en la casa de un “señorito”.