06 junio 2009

MES DE MAYO Y PRIMERAS COMUNIONES

Nos pasamos la vida recordando, muchas veces con nostalgia, acontecimientos del pasado, tanto si son personales como colectivos. ¡Qué tiempos aquellos!, decimos.

Voy a tratar hoy de prescindir de mi, -no sé si buena o mala -, costumbre de dar rodeos antes de adentrarme en el fondo del asunto, aunque muchas veces se hacen necesarios los antecedentes.

Cuando mi hija, la de nueve añitos, me dijo que en su colegio habían decidido eliminar las Primeras Comuniones, no pude evitar echarme las manos a la cabeza y tratar de digerir el final de medio siglo de historia. Recorrí fugazmente los más de quince años que he pasado viviendo frente al colegio, más de quince Mayos observando desde la ventana cómo multitud de familiares, vestidos con sus mejores galas, asistían a la Primera Comunión de su hija, nieta, sobrina... Y quince años son sólo una parte de la historia... Tal vez tenía la esperanza de que todo fuera sólo una pesadilla pasajera, por lo que dejé pasar el mes por excelencia de este emotivo Sacramento para lanzarme a escribir estas líneas.

Nada de todo lo que digo tendría sentido alguno, si no se tuviera en cuenta de que el colegio al que me refiero está regentado por religiosas, por lo que esta decisión es doblemente sentida. A estas alturas los motivos, quizá, sean lo de menos, pero tras las pesquisas oportunas, se pudo comprobar que la decisión había sido sólo de ellas por cuestiones que aún están por saberse. En un principio que si el obispado, luego que si falta de catequistas...; excusas, me parece. Lo cierto es que se trató, por parte de los padres, de mantener una reunión con la directora del centro, sin resultado alguno por no poderse celebrar, con lo que no parece que logremos enterarnos nunca de los motivos.

Cierto es que los padres que tenemos hijos en un colegio religioso nos hemos vuelto un poco comodones en estos asuntos, pero ¿quién va a negar que añadir a nuestra ya apretada agenda una cita más todos los domingos para llevar a nuestros hijos a catequesis es toda una incomodidad? Ahora, hemos tenido que adaptar nuestros planes. Pero no sólo nosotros, sino nuestros hijos. También ellos, que pasan toda la semana como locos entre clases, tareas y actividades extraescolares, han tenido que adaptar su ritmo de los domingos. Atrás quedó eso de irse de domingueros, jugar con los primos a la Wi, desayunar con churros todos juntos. El hecho cierto es que no sólo se ha ido al carajo, con perdón, la mañana del domingo, sino que también se ha ido uno de los pocos momentos en los que disfrutar en familia, esa institución tan aclamada a bombo y platillo por la propia Iglesia.

No voy a entrar en un debate sobre la necesidad o no de una preparación previa al Sacramento de la Comunión, por obvio. Creo mucho más necesario plantearse los métodos porque, como se está demostrando, los practicados hasta ahora no parecen dar los resultados debidos o, al menos, deseados. Muchos estarán de acuerdo conmigo en que el Sacramento de la Comunión se ha convertido más en un hecho social que en lo que realmente significa, lo que justifica de alguna manera lo que digo. Quizá lo ideal sería hacer la Primera Comunión a una edad en la que se tenga debido conocimiento y razón para ello pero, como padres, nos cuesta mucho frustrar la ilusión que un acontecimiento como ésta tiene para nuestros hijos. Yo, por mi parte, no seré quien obligue a mi hija a hacer una cosa o la otra, aunque no por ello cejaré en el empeño de inculcarle una educación religiosa como la que yo recibí. Y en esta misma posición se encuentran muchos padres, y esto es una clara consecuencia de la disminución en los niños que reciben la Comunión y en esto, los colegios religiosos que se quitan estas labores de encima hacen, en mi parecer, un flaco favor al asunto.

Quizá no debería haber escrito estas líneas. A lo mejor tampoco debí haber pensado y dicho lo que he pensado y he dicho, pero ahí queda y ¡que sea lo que Dios quiera! Quiero pensar que todo esto no afectará, de ninguna manera, a mi hija que está ilusionada con su Primera Comunión el próximo año, porque los pecados de su padre no son suyos y no debe pagar por ellos. Espero no tener nunca que decir aquello de ¡mira que lo dije!

Aún así, espero que el milagro ocurra y que las cosas vuelvan a su debido cauce, por el bien de la fe, y por el bien de las tradiciones. Que no tengamos que recordar con nostalgia aquellos Mayos en el colegio de La Milagrosa de La Orotava; que simplemente esto haya sido sólo un paréntesis causado por la crisis.