19 agosto 2007

¡Tengo ganas de que llegue el invierno!

Leía hoy en un magazine dominical, que los expertos en predecir el tiempo a través de las cabañuelas comenzaban a desesperarse por el cambio que se está produciendo como consecuencia del ya tan anunciado “cambio climático”. Decía el artículo que las predicciones de estos hombres del tiempo, basadas en los datos que anualmente se esmeran en recoger durante el mes de agosto, se estaban desviando en su acierto en torno a un 30%. Y es que el cambio climático, del que hace tan sólo unos años nos parecía a todos algo muy lejano, estamos empezando a notarlo.
De no ser porque los niños no van al colegio, y que los mayores nos empeñamos en vestir con bermudas y chanclas, cualquiera diría que nos encontramos en pleno mes de agosto. Ayer mismo por la tarde, cuando toda la familia aprovechamos el atardecer para acercarnos a la playa, con la firme esperanza de que entre el ocaso y nosotros no se interpondría ninguna nube pejiguera, nos sentimos incapaces de quedarnos en bañador para que los rayos alcanzaran nuestras pieles sedientas de color: y es que ¡hacía frío, coño!.
Cada día, al levantarnos, nuestra prioridad comienza a ser, en lugar de hacer la pipí acumulada de la noche, salir al balcón del apartamento para comprobar si por una extraordinaria casualidad sale el sol y podemos estrenar la toalla naranja y la crema solar protector 15. Pero qué va, ni por asomo. Creo que de nada nos va a servir tampoco haber estado tomando betacaroneto desde hace tres meses.
Y es que el tiempo está como una chota: cuando debe hacer frío, hace calor; cuando calor, frío; cuando lluvia, sequía; cuando… No creo que la paloma de Alberti se equivocara tanto, en serio. Como no pongamos un poquito más de empeño en el asunto, cerraremos los colegio de Navidad a Semana Santa, y cambiaremos la letra de la canción para decir: “vacaciones de primavera para mí, caminando por la arena junto a tí”.
Y es que, de verdad, tengo ganas de que llegue el invierno, porque este frío no hay quien lo soporte.

17 agosto 2007

Harina de otro costal

El constante abandono por parte del gobierno Español hacia las Islas Canarias, -y del que ya los isleños estamos sumamente acostumbrados-, no sólo se pone de manifiesto en momentos como los de los incendios que asolaron las islas de Gran Canaria y Tenerife en el pasado mes de julio, tal y como se desprende de la última publicación en este blog referente al artículo del diario La Razón. Ha sido dejada a su suerte desde su misma conquista.
El 26 de marzo de 1906, a las doce del mediodía, desembarcaba en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, S.M. Don Alfonso XIII, el primer monarca Español que visitaba Canarias, que ya es decir, visita enmarcada dentro de una política de cohesión de las distintas tierras que formaban el Reino, muy cuestionada entonces dada la crisis política que se vivía desde el desastre del 98 con la pérdida de las últimas colonias Españolas en el nuevo mundo, así como las continuas presiones por parte de los republicanos y anarquistas.
Canarias vivía entonces, -y de esto sólo hace 100 años-, en una situación económica precaria, falta de vías de comunicación tanto marítimas como terrestres, con grandes deficiencias en las telegráficas y cablegráficas, con un importante índice de analfabetismo y pobreza y una lamentable situación sanitaria. Tan sólo las clases acomodadas disfrutaban de una vida digna.
Y es así como conoció Alfonso XIII las islas llamadas Afortunadas, un territorio incorporado finalmente a la Corona de los católicos Isabel y Fernando por el Adelantado Don Alonso Fernández de Lugo cuando dio por terminada una conquista lenta y laboriosa contra los Guanches; tierras con una importantísima situación estratégica en el comercio con África, última escala hacia las tierras de América y un plato francamente apetecible para las potencias como Alemania e Inglaterra, que fueron asentándose en las islas sobre todo durante el último tercio del siglo XIX, invirtiendo en la exportación de productos agrícolas y el transporte de pasajeros. Esta situación, que el gobierno Español empezó a ver con inquietud, unido a la propia situación política que vivía el país, contribuyó en gran medida a la organización del viaje Regio, que los Canarios acogieron con gran emoción y entusiasmo salvo un insignificante número de antimonárquicos. A pesar de la lejanía y el abandono que hasta entonces habían padecido los canarios, el sentimiento patrio y el apoyo a la Corona no se puso en duda en ningún momento y fue motivo de exaltación y agradecimiento por todos los miembros del gobierno que acompañaron al Monarca.
Y sí, digo abandono porque en las crónicas de la época, tanto nacionales como locales, se relataron con todo lujo de detalles cada uno de los movimientos del joven Rey por cada una de las Islas, y en las que se pone de relieve, también con todo detalle, las carencias que estas tierras tenían respecto al resto del Estado Español, y que gracias a esta visita y al empeño del propio Rey, pudieron comenzar a paliarse. A dichas crónicas me remito, así como a las publicaciones de estos últimos años sobre el evento, para cuantos quieran profundizar más sobre lo que digo.
Pero aún hoy en día, las carencias de Canarias respecto al resto de las Comunidades Autónomas que conforman el Reino de España, son del todo visibles. Canarias, digan lo que digan nuestros políticos de turno, sigue siendo una tierra que está muy lejos y, por ende, sus problemas y necesidades, y si no, recordemos por ejemplo la reciente política en materia de inmigración que nos toca vivir en las islas, con una saturación de inmigrantes más que conocida en un espacio de tierra en la que no cabemos más; o por ejemplo el tener que seguir viviendo engañados con un descuento por residente en los viajes Canarias-Península que no sé de qué nos vale cuando cualquier publicidad de viaje a la inversa es impensable para nosotros los canarios. Ya ni comprar en las tiendas de la comunidad indú tiene tantas ventajas como antes. Ya “ni mi casa es ya mi casa”, como diría el propio García Lorca.
Y la lista podría ser interminable. No se conoce Canarias en unos días o unos meses. Hay que vivir al menos unos años en estas tierras de mar y lava para entender lo que digo. Tenemos falta de un montón de cosas que no se solucionan detrás de un despacho oficial y que se adapten a nuestra realidad insular, y no podemos esperar por los refuerzos porque cuando llegan, siempre es demasiado tarde. ¿Es tan difícil entender esto?
Seguiré hablando, lo sé, porque ya me quema demasiado: el transporte deprimente, la contaminación que nos mata, de la Ley de Costas que nos estrecha aún más, de la sobrepoblación que nos ahoga, de los políticos canarios que sólo pasean por la Gran Vía Madrileña, de…; porque hay mucho que contar, porque desde la distancia o no se ve o no quiere verse que estamos mucho más cerca de lo que parece, tal y como se lo hicimos ver hace cien años a Don Alfonso.
Pero a lo mejor, lo que pasa, es que siempre hay alguien que quiere mirar para otro lado. Eso es harina de otro costal, pero no del nuestro.

02 agosto 2007

Canarias, desasistida



Artículo publicado en la edición digital de LA RAZÓN el día de hoy, en relación al abandono por parte del Gobierno del Estado Español ante el mayor desastre ecológico de las Islas.


El Gobierno no ha enviado hidroaviones a Canarias en seis días
Los 20 anfibios de Medio Ambiente sofocaban incendios menores en la Península - Duras críticas de PP y CC, que pide que Narbona comparezca


J. Brandoli / C. S. Macías Madrid-

No había ningún hidroavión del Ministerio de Medio Ambiente en todo el archipiélago canario antes de que se iniciaran los devastadores fuegos que han asolado las islas de Gran Canaria y Tenerife, y no lo hubo después de que se iniciaran las llamas. El Gobierno no envió allí sus aviones anfibios; mientras, en la Península, los 20 hidroaviones de los que dispone Medio Ambiente trabajaban en incendios de bastante menor importancia. Menor importancia, probablemente, porque allí sí había importantes medios aéreos contribuyendo a acabar con las llamas.
La situación de abandono en la que se encontraba Canarias, que destapó ayer LA RAZÓN, ha provocado ya reacciones políticas. Tanto el Partido Popular como Coalición Canaria han exigido explicaciones. Los segundos, de hecho, han solicitado que las dé la ministra, Cristina Narbona, en el Senado.
Seis días sin medios
La sucesión de los hechos, y las reacciones que ha tenido el Gobierno ante ellos está publicada por el propio ministerio en su página web. El día 27 de julio, cuando las llamas empezaban a comerse árboles y matorrales, el Gobierno tenía en Tejeda, Gran Canaria, un helicóptero HK con una capacidad de 4.500 litros y en Tenerife una brigada helitransportada grande. No se había mandado aún ningún refuerzo desde la Península. Éstos eran los únicos previstos por Medio Ambiente para actuar en caso de incendio en todo el archipiélago durante el verano. Ese mismo día, en un pequeño incendio en Peque, Zamora, participaron dos hidroaviones del Gobierno sofocando las llamas. El fuego, allí, fue controlado durante ese mismo día.
Los días siguientes empiezan a llegar los refuerzos del Gobierno desde la Península. El día 28 manda a Tejeda dos helicópteros HK y un avión de carga en tierra, un ACT, con una capacidad de 3.100 litros. A Tenerife no llega nada. De hecho, a Tenerife, no consta en la página web ministerial que se haya mandado ningún apoyo por parte de Medio Ambiente.
En Gran Canaria, se enviaron hasta el día 31 de julio dos aviones de carga en tierra más y otra brigada helitransportada grande. En total, para los dos frentes abiertos, Medio Ambiente ha aportado tras iniciarse el fuego dos helicópteros con capacidad de 4.500 litros y dos aviones de carga, con capacidad de 3.100 litros.
¿Dónde estaban los anfibios?
Mientras toda esa situación de caos se vivía en las islas, los hidroaviones del Gobierno sí trabajaban en distintos fuegos en la Península. En concreto, durante el día 27 y el día 31 de julio, ocho hidroaviones colaboraron en la extinción del fuego en Obejo, Córdoba; seis, en Niebla, Huelva; dos, en el Garrobo, Sevilla; tres, en el Granado, Huelva y cuatro, en Ayora, Valencia. Son algunos ejemplos. También actuaron aviones anfibios en otros pequeños fuegos que hubo en la Península.
Esta diferencia de medios ha tenido también su reflejo en el número de hectáreas quemadas. Por ejemplo, en los incendios de Córdoba, Huelva, Sevilla y Valencia han ardido en total 5.500 hectáreas. Hubo allí, entre los cuatro frentes, catorce hidroaviones colaborando. En Canarias, donde no ha habido un solo avión anfibio, las hectáreas que han ardido son más de 35.000.
¿Qué diferencia hay entre un avión de carga en tierra y un hidroavión? Además de que el hidroavión de mayor capacidad es capaz de cargar 5.500 litros, mientras que el ACT sólo carga 3.100, hay una importante diferencia de tiempos. Es decir, el hidroavión llena su depósito a mayor velocidad que el ACT. El primero carga en el mar, vuela al incendio, suelta el agua y vuelve a repetir la operación. El segundo, tiene que aterrizar en un aeropuerto, esperar a que se le llene el depósito de agua y volar hasta el fuego. En la siguiente suelta la operación se repite, lo que ralentiza mucho los tiempos de reacción.
Narbona, al Senado
El Grupo Parlamentario de Coalición Canaria en el Senado solicitó ayer la comparecencia de la ministra de Medio Ambiente en la Cámara Alta para que informe sobre el dispositivo desplegado por su departamento para cooperar en la extinción de los incendios en el archipiélago canario. También solicitó por escrito al Ministerio la documentación de que disponga sobre los medios con los que cuenta el archipiélago canario para la extinción de incendios y la ubicación geográfica de cada uno de ellos. Ayer, el propio presidente canario, Paulino Rivero, exigió a Zapatero, que visitó la zona devastada por las llamas, que los medios contraincendios permanecieran todo el año en las islas (se envían sólo en verano).
Por su parte, la portavoz del PP en la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados, María Teresa de Lara, señaló ayer que la política contra incendios que ha llevado a cabo el Ejecutivo de Zapatero no debe limitarse sólo a la extinción de incendios ,sino que ha de ser un «cambio radical y fuerte» destinado a su prevención.En relación a que Medio Ambiente no haya destinado ningún hidroavión a Canarias, De Lara calificó este hecho de «algo patético».